La adolescencia es una etapa de la vida marcada por grandes cambios tanto estructurales cómo funcionales. Socialmente esta etapa suele verse como un período complicado, pero también es muy importante conocer estas transformaciones para comprender cómo la exposición a numerosos estímulos digitales puede afectar las emociones y la toma de decisiones en los jóvenes.
Para un mayor conocimiento en estos temas fundamentales en la vida de cada familia, recibimos en el living de MDZ a Soledad Gutiérrez Eguía, licenciada en Ciencias de la Comunicación, esposa, madre de tres hijos, y en este momento está presentando el libro del cual es autora: «Querido adolescente, no es tu culpa».
-Soledad, ¿este libro interpela exclusivamente a los adolescentes o a quienes está dirigido?
-Está escrito para los adolescentes y los interpela a ellos de forma directa y por eso el título está dirigido directamente a ellos. Yo quería que quede claro que estoy de su lado. Ellos están expuestos a muchísimas más cosas de las que estábamos expuestos nosotros a su edad y no son responsables de verse tentados a hacer apuestas online, o de ver contenido que no es adecuado para su edad. No son culpables de que sientan una enorme tristeza o un malestar muy grande cuando dejan una pantalla o que les cueste concentrarse. Pero no es solo para ellos, también como dice Maritchu Seitún, que hizo el prólogo del libro; es para padres, para adolescentes y para todos los interesados en esta problemática de la sobreexposición a las pantallas que afecta hoy a nuestros chicos, porque la idea es acompañarlos a abordar toda esta información y que puedan prepararse mejor para transitar el mundo virtual.
-¿Qué te inspiró a escribirlo?
-Bueno, como madre de tres adolescentes y directora de dos programas de arte comunitario en los que trabajé los últimos ocho años, tuve contacto muy cercano con cientos de adolescentes de distintas realidades socioeconómicas y noté muchísimo daño; fuimos testigos de mucho del daño que se generó a partir de la sobreexposición a pantallas, especialmente después de la pandemia. Yo empecé a sentir cierta culpa como adulto. Hay cierta impotencia de no poder protegerlos frente a tanta exposición y empezamos a incluir en los talleres contenidos sobre esta problemática para que los chicos pudieran entender que es un consumo problemático, al igual que las drogas o el alcoholismo, y que lamentablemente estamos todos expuestos a esto y ellos en mayor medida porque su cerebro todavía está en desarrollo.
-Hablabas de que vieron mucho daño, como cuál, por ejemplo.
-Vimos mucha angustia. Chicos que se autolesionan, mucha falta de descanso, porque las redes tienen la capacidad de hacernos perder la noción del tiempo. Chicos que venían con muy pocas horas de sueño porque se habían quedado con los teléfonos hasta altas horas de la noche, dificultades para comunicarse en forma personal, chicos involucrados con la ludopatía. Uno de los casos que a mí más me alarmó fue el de una chica que nos contó que su primo de 16 años se había suicidado por deber plata a una plataforma online. Un chico muy humilde, que vivía en un barrio muy, muy humilde en Don Torcuato y que había se había metido en este mundo del juego con mucha ilusión, pensando que podía ayudar a su familia, pero terminó sacándole las ganas de vivir. Y me surgió la necesidad de hacer algo al respecto; decirles que tienen que saber lo que está pasando, cómo están siendo manipulados y que se den cuenta de que están perdiendo su libertad, que se está generando una adicción. Tuve la necesidad de que esto fuera transmitido a los chicos de todos los niveles socioeconómicos. Empecé una investigación que fue bibliográfica y testimonial. Una vez reunida la información, seleccioné lo más relevante y traté de plasmarla de la forma más atractiva y clara posible, siempre poniéndome del lado de los chicos. La idea no es generarles temor, no es retarlos, no es darles una lección, sino decirles que ellos estando informados pueden protegerse a sí mismos. Lamentablemente los adultos no estamos siempre ahí para protegerlos.
Perdimos la capacidad de disfrute
-El final de tu libro tiene toda la bibliografía que consultaste y está el enlace al que se puede acceder para saber más y seguir informándonos. Súper completo todo el registro de fuentes. En base a este análisis, mencionaste además de la ludopatía , la pornografía como otro peligro al que están expuestos.
-El primer peligro global al que estamos todos expuestos. Y hay que aclarar que esto no es solo una problemática que afecta a los adolescentes, nos afecta a todos, pero ellos tienen su cerebro en desarrollo, entonces son más vulnerables.
Por un lado, tenemos que saber que las pantallas tienen la capacidad de hacer que perdamos la noción del tiempo. Lo explica muy bien Matías Bonanni, que es el psiquiatra que colaboró con el libro; él dice que los chicos dejan de jugar a la play cuando se están haciendo pis. Están horas y horas retorcidos hasta que no aguantan más y en el momento que se dan cuenta que realmente tienen que frenar, van y pasa un montón de tiempo en el medio. Eso nos pasa a todos, adultos y chicos. Perdemos la noción del tiempo con las pantallas. Cuando uno compara la cantidad de tiempo que cree que estuvo conectado con lo que dice la plataforma, en general no coincide. Lo segundo que tenemos que saber es que los algoritmos de las redes están diseñados y creados para captar nuestra atención y no perderla. Saben lo que nos gusta y lo que no, y nos abordan y nos mandan todo el tiempo cosas para que nos quedemos enganchados y no los soltemos. Las empresas de tecnología invierten millones de dólares en neurocientíficos para que les expliquen cómo hacer para mantenernos enganchados. No es una percepción, es así. Está diseñado para eso.
¿Entonces, qué hacen? Nos mandan todo el tiempo cosas que saben que nos van a generar pequeños placeres. Por ejemplo, cada vez que recibimos un like, que tenemos un nuevo seguidor, que ganamos un juego, que ganamos una apuesta, que recibimos un video estimulante; se libera en nuestro cerebro dopamina.
La dopamina, es el neurotransmisor del placer. El problema es el exceso de la dopamina, que se puede volver nuestro peor enemigo, volverse adictivo. Y nos puede jugar en contra. ¿Por qué? Porque las personas no estamos creadas para tener y recibir placer todo el tiempo, sino que estamos creadas para perseguirlo, buscarlo, generarlo. Entonces nuestro cerebro, cuando recibe excesos de placer, de dopamina, se adapta, es decir, nos protege y para protegernos ¿qué hace? Primero esconde la neurona receptora, entonces se tarda más en lograr el efecto. Después empieza a liberar menos dopamina. Eso hace que se necesite cada vez más cantidad para lograr el mismo efecto. ¿Entonces, qué nos pasa? Qué queremos más, más y más rápido y en más cantidad. Y eso se vuelve adictivo. Llega un momento en que perdemos la capacidad de disfrutar de lo verdadero. Entonces, de un lado tenemos las pantallas que nos ofrecen excesos de dopamina disfrazados de bienestar y de placer total. Y del otro nos enfrentamos a una vida oscura donde no podemos disfrutar porque perdimos la capacidad de disfrutar. Yo, a los chicos, se los explico como destellos de luz. Imaginemos que la dopamina son chispazos de luz que vamos recibiendo cada vez que recibimos un like, cada vez que tenemos un nuevo seguidor, ganamos un juego. Se llega un momento en el que es tanta la cantidad de luz que nos encandila; es como mirar de forma directa una fuente de luz muy intensa, como mirar al sol. Y cuando uno se da vuelta , todo lo ve negro, ya no puede ver.
Entonces perdés la capacidad de disfrutar. Y el mayor problema, no es sólo la cantidad de horas que pasamos frente a las pantallas, que es inmensa, (Argentina es el 5º país del mundo con más exposición a pantallas) sino también que, cuando dejamos las pantallas, no podemos disfrutar de lo verdadero. Entonces nos afecta la vida entera. Y eso para mí es el mensaje central que los chicos tienen que entender y por eso está en juego su libertad. Ya no vuelvo a una pantalla porque me genera bienestar, sino porque no me banco el malestar que siento cuando no la tengo adelante. Tiene un efecto anestesia. Y la busco para evitar sentir lo que siento, porque, se ve todo negro. No puedo disfrutar de este mundo y la única forma de empezar a disfrutarlo es bajar los excesos de dopamina.
-Bien y ¿con qué cuestiones prácticas proponés bajar esos excesos?
-Hay muchos especialistas que tienen algunas técnicas para bajar esos excesos. Primero es importante saber cómo nos damos cuenta de que estamos excedidos en la exposición a las pantallas; hay tres cosas que son determinantes cuando nos afecta las responsabilidades, los vínculos o el descanso. Las responsabilidades. Empiezo a descuidar la escuela, empiezo a llegar tarde a todos lados. No me interesa nada que no tenga que ver con las pantallas. Afecta a los vínculos cuando empiezo a tener más irritabilidad, todo me enoja, todo me molesta. Elijo quedarme con la pantalla antes de salir con mis amigos y afecta el descanso cuando me quedo hasta altas horas de la noche, cuando es lo último que hago antes de dormir y lo primero que hago cuando me levanto. Son tres alertas que nos pueden hacer ver si necesitamos bajar la cantidad de exposición a las pantallas.
¿Qué recomiendan los especialistas? Poner horarios para estar , la recomendación es de 2 ó 3horas como máximo al día. En Argentina, el promedio de los adolescentes es 9 horas por día. Por otra parte hay que fijar lugares de uso y de no uso. Una recomendación muy marcada es que no se usen en las habitaciones, ni en los baños. (Y lo tengo que dejar en una habitación, lejos. No sirve que yo lo dé vuelta en la mesa). Aconsejan no cargarlos en las habitaciones, pautar otras actividades, sin dispositivos. Y acá es central el mensaje de que tenemos que recordarles que el bienestar verdadero está en la vida real más que en la virtual.
En los ocho años que trabajé como directora de programas de arte comunitario, pasaron más de 700 chicos. Teníamos una dinámica que consistía en proponerles que cierren los ojos y visualicen una situación ideal en la que sintieran en total paz y bienestar. Nunca. Jamás, nadie visualizó una pantalla o un dispositivo electrónico. Porque en el fondo sabemos que el bienestar está en lo verdadero, en la vida real. Estanislao Bachrach, que yo lo cito en el libro, distingue muy bien la felicidad del placer. La dopamina es el neurotransmisor del placer, pero es momentáneo, de a ratitos. Tiene que ver con tener, con cosas, con sustancias, es momentáneo y genera sensaciones. La felicidad tiene que ver con personas, con experiencias. Es duradera y genera sentido. La felicidad no se compra, el placer se puede comprar. La felicidad está mucho más en el mundo real que en el virtual.
-¿Y dónde la encontramos?
-Hay neurotransmisores como la serotonina, la oxitocina, que es el neurotransmisor de los vínculos. La serotonina es un neurotransmisor de la calma y de la tranquilidad. Cuando meditamos, rezamos, estamos en contacto con la naturaleza, las endorfinas, el neurotransmisor de la alegría. Cuando nos reímos, cuando bailamos, cantamos.
3 factores relevantes: Responsabilidades, vínculos y descanso
-¿Hacer actividad física?
-Exacto, actividad física. En el deporte están todas. El deporte es maravilloso, abarca todo eso, sí. Y mi preferida es hacer algo por los demás, desinteresadamente. Hay estudios en todo el mundo que demuestran que dar genera muchísima más satisfacción que recibir. Si todos lo supiéramos, seguro viviríamos en un mundo mucho mejor.
-Parece contradictorio. Uno siempre piensa en recibir o pedir el regalo y resulta que la clave era dar.
-Genera mayor bienestar interior dar que recibir. Y hay estudios que lo demuestran. Es maravilloso, está demostrado científicamente. Entonces, todo lo que tenga que ver con caridad, con solidaridad, con ayudar a otro desinteresadamente, ya es un montón y nos hace bien. Y eso es en la realidad. Eso no se da en el mundo virtual.
-¿Y la escuela como espacio libre de pantallas? Ahora se están dando varios pasos atrás de lo que había pasado a partir del encierro de la pandemia durante el cual se incentivó muchísimo el uso de la pantalla.
-Bueno, lo que nos pasa es que estamos descubriendo estos daños ahora. La primera herramienta que tenemos , es estar informados. Estar al tanto de lo que pasa. Como vos decías, la ludopatía es uno. La adicción a la pornografía parece que afecta a poca gente o que es algo de otros, ¿no? En España hay estudios que indican que nueve de cada diez chicos consume pornografía y que se inician a los ocho años. El 90% de los padres no lo sabe. Tenemos que hablar con de esta problemática porque todo lo que no les enseñemos nosotros de sexualidad lo van a aprender en internet y en las redes y a través de la pornografía, que presentan las mujeres como objetos, a los hombres como superhéroes del sexo (hay muchos jóvenes tomando Viagra porque creen que tienen que tener la performance que muestran en la pornografía), porque pareciera que no importa el respeto al otro, la responsabilidad, la reciprocidad, que son las tres erres que debe haber en todo vínculo sexual. Entonces el 60% de los chicos admite que aprende la totalidad de lo que saben de sexo a través de la Internet y es peligroso para ellos, para su psiquis y para sus vínculos futuros. Y, lamentablemente, todos están expuestos a esto. Reciben esta información sin buscarla.
-Les llega de manera intrusiva.
-Hoy, hasta la infancia está sexualizada. Los videos, muchos cantantes. Una cosita pequeña, sexy, que uno ve y le pone un like. Lo siguiente que le mandan es muy subido de tono y si no, se lo va a mandar un amigo por WhatsApp porque le pareció loco y lo van a ver. Tenemos que hablar de esto con los chicos; que sepan que no es real.
-Soledad, sobre el final del libro hay dos o tres palabras sobre los expertos del estilo de Bill Gates y Steve Jobs. Anécdotas concretas. Mencionános alguna con respecto a lo que hicieron con sus propios hijos.
-Los creadores más importantes de tecnología del mundo, como Steve Jobs, Bill Gates, Chris Anderson, que es el de 3D Robotics, Tim Cook, de Apple, mandaban a sus hijos a escuelas libres de celulares. No les permiten o les restringen muchísimo el uso de la tecnología. Algunos se los prohibían y otros a partir de determinada edad (mucho mayor a la edad en que se los damos nosotros). En las habitaciones nunca, jamás, dos horas antes ir a dormir, tampoco porque dificulta el sueño, el descanso. En una entrevista que hizo Chris Anderson con New York Times dijo que sus hijos le habían planteado que él era el más estricto de todos los padres de la escuela y que no entendían por qué, siendo uno de los creadores de tecnología. Y él les dijo «justamente porque yo sé el daño que esto genera y no quiero que eso les pase a ustedes.» No es casual que los creadores más importantes de tecnología los restrinjan. Esto es porque nos hace mal a todos. Chicos y grandes lo tenemos que tener clarísimo.
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-¿Cómo encuentran tu libro?
-Este libro es una edición solidaria; cada tres libros que se venden, dono uno a los adolescentes económicamente vulnerables a través de fundaciones que trabajan con ellos. La venta en forma directa en una tienda online y pueden encontrar el link en el Instagram. Con envío a todo el país. Y también está en algunas librerías, mencionadas en el Instagram.
MDZ