La sanción del gobierno de Estados Unidos a Cristina Fernández de Kirchner que impide su ingreso al país sacudió la órbita política. Entre quienes celebraron la medida apareció el diseñador Roberto Piazza, confeso mileista y detractor de la expresidenta.
Saltando en una pata, Piazza dialogó en A24 sobre la dura decisión de Donald Trump que afecta no solo a CFK sino a sus hijos Florencia y Máximo Kirchner, y a su exfuncionario Julio De Vido, por estar implicados en causas de corrupción.
Junto a Nicolás Wiñazki recordaron cuando la expresidenta confesó que vacacionaba en norteamérica. «Nueva York y Orlando, sí, a Disney World a Néstor le encantaba, disfrutaba como un chico en Disney World», había dicho en un acto, y agregó: «Si no tenemos problemas con los Estados Unidos, no tenemos anteojeras ideológicas».

Con ironía, CFK siguió justificando su gusto por viajar a EE.UU. «Muchachos, muchachas, déjense de joder con esto de que los comunistas y todo. ¿De dónde? ¿De dónde? Lo que pasa es que nunca confundimos nuestros gustos y preferencias personales con los intereses nacionales como hacen otros», lanzó.
Al terminar el clip, Piazza estalló de risa y no perdió la oportunidad de ser picante. «Va a tener que ir a Disney de Francia ahora, o a Madrid, que es espantoso, horrible», chicaneó, y sumó que «lamentablemente Disney es lindo en Hollywood, en Los Ángeles, así que lamentablemente la señora Cristina Fernández de Kirchner no va a poder entrar más a Disney».
Es que, la medida enmarcada en la Sección 7031(c) de la Ley de Asignaciones del Departamento de Estado, habilita la prohibición de ingreso a EE.UU. de funcionarios extranjeros sobre los que existan pruebas creíbles de corrupción significativa o violaciones graves de derechos humanos.
Por fuera del tema que marcó la agenda desde la tarde, Piazza se refirió a la rivalidad histórica que mantiene con CFK y, tras afirmar que lo «detesta» recordó una anécdota: «Tengo una clienta muy querida, que son como amigas».
Según relató, la clienta le compró una túnica de seda natural y se la regaló a Cristina. «Y cuando le dijo que era mía, a Cristina agarró un ataque. Son los peritos como gritan», ironizó.
Afilado, imitó los gritos de la expresidenta y aseguró que «es molesto cuando te habla y aparte es guaranga, ordinaria». Pero contó que «más allá de lo guarra», CFK se negó rotundamente a usar la túnica.
«Al final se la puso. Y yo le rogaba a Dios que no le saquen una foto, por favor, a la Cristina con mi vestido, porque me mato yo. Bueno, tiene un vestido Piazza. Y carísimo aparte», cerró a pura burla.
MDZ