La jugada salió tal como Mauricio Macri esperaba. Luego de insinuar que La Libertad Avanza estaba comprando a los dirigentes del PRO, logró que fuese el mismo Javier Milei el que saltara a responder y que el intendente que se transformó en el símbolo del trampolín electoral quedara en el centro de la escena.

Porque el Presidente le pidió con ironía a Macri que “traiga las facturas y las muestre», con respecto a los dirigentes supuestamente comprados. Y Diego Valenzuela, intendente de Tres de Febrero, recogió el guante: “Si algo no tengo es precio. Nuestros valores con Patricia Bullrich son claros: apoyar el cambio que votaron los argentinos y no caer en especulaciones partidarias”, escribió en Twitter.

Pero el mensaje del ex presidente tenía otro objetivo: Macri no le habló a quienes ya habían saltado al espacio libertario, sino a quienes evalúan la posibilidad ante la inminencia de la campaña. “Los dirigentes que tenían precio ya fueron comprados. Los que quedamos no tenemos precio, tenemos valores”, dijo. El titular del PRO necesita ponerle un freno a la sangría.

Tensiones.

Una vez que el mensaje llegó a los dirigentes que coquetean con la posibilidad de saltar del PRO a La Libertad Avanza, en el macrismo intentaron bajar la intensidad del ataque. Hicieron llegar a Casa Rosada la idea de que la avanzada no era contra ellos.

Es que, casi sin excepciones, la mayoría de los dirigentes del PRO que tiene que disputar el poder en las elecciones de medio término pidió condiciones o al menos especuló con negociar con el oficialismo. Quedarse en el macrismo, sin un acuerdo con La Libertad Avanza, podría significar ser arrastrados a una cómoda tercera posición en algunas jurisdicciones.

Sin embargo, la idea del macrismo de bajarle la espuma al debate chocó con el carácter de su líder. Macri no frenó: “La respuesta de Milei fue muy ocurrente. Él ya entendió todo. Entendió que hay gente que está tan desesperada por conservar su cuota de poder, renovar una banca o renovar cualquier tipo de cargo, que está dispuesta a hacer cualquier cosa”, dijo cuando el tema debía llegar a su fin. Y completó: “Eso es ponerse un precio, eso es no tener valores”.
La relación entre Milei y Macri pasa por su peor momento desde el inicio de la gestión libertaria. Nunca, como hasta ahora, habían pasado tantos meses sin reunirse y el chat de WhatsApp entre ambos apenas registra actividad. Lejos de la cercanía de otros tiempos.

Se encontraron por última vez en Olivos, en agosto de 2024, y desde allí las diferencias son cada vez más notorias. “Hace rato no hay milanesas. Es raro”, contó el ex presidente en una conferencia. Y agregó: “Pero bueno, hay un montón de cosas que acordamos en esta línea de reforzar la institucionalidad, el método, que no sucedieron por su entorno que no lo convalidó”.

Desde que el diálogo se enfrió, la idea del “entorno” negativo se hizo más fuerte. Para no confrontar directamente con el Presidente, Macri le atribuye las deficiencias del Gobierno al “triángulo de hierro”: la hermana Karina y el asesor estrella Santiago Caputo. Ellos también serían los responsables, según su visión, de que La Libertad Avanza y el PRO no hayan alcanzado acuerdos electorales en ninguna provincia y en Capital.

Entre Karina Milei y el ex presidente no hay diálogo. “El Jefe”, como llama Milei a su hermana, se ha negado terminantemente a que eso ocurra. Con Santiago Caputo hubo malas experiencias cada vez que se sentaron a charlar, incluso con amenazas judiciales cruzadas. Sin embargo, muchos políticos, empresarios y celebridades fueron testigos de un saludo sorpresivo: el asesor y Macri se cruzaron el lunes 28 en Parque Norte, en la cena de la Fundación Libertad. De hecho, el funcionario mileísta lo fue a buscar al ex presidente a su mesa, lo saludó, intercambiaron algún comentario al oído y un par de sonrisas ante la mirada atenta del público presente. Los dirigentes más entusiastas, que buscan la coalición, se apuraron a leerlo como el símbolo de una incipiente tregua. Otros apenas insinúan un gesto cordial. No hay mayores certezas.

Mensaje interno.

Lo que realmente preocupa al macrismo es que se frene el garrochismo. No habrá oportunidades de ensayar una alianza de partidos si los dirigentes de renombre son seducidos por el oficialismo. Las señales de alerta se encendieron hace un mes, cuando se publicó una foto de los armadores de La Libertad Avanza, con Karina a la cabeza, junto a Cristian Ritondo y Diego Santilli. Desde allí todo es desconfianza.

Ritondo asegura estar trabajando a destajo para conseguir la alianza de partidos en la Provincia. “La visión que comparte Mauricio y todo el PRO es que hay que deponer cualquier actitud personal, porque la Argentina, y sobre todo la provincia de Buenos Aires, necesita un frente complejo y comprometido con el cambio para terminar con el populismo que tan mal le ha hecho», señaló luego de confirmar que las negociaciones siguen firmes, a pesar de los cruces entre Macri y Milei.
A Santilli algunos macristas le desconfían sus intenciones: incluso cuentan de un entredicho entre el ex presidente y el diputado. Macri cuestionaría su pertenencia al partido mientras el “Colo” lo responsabilizaría por haber entrado a esta altura del año sin definiciones.

Mientras tanto, Santilli mantiene un estricto silencio mediático. No quiere anticipar sus movimientos. Ni siquiera está presente en sus redes: en abril apenas publicó dos tuits. Uno referido a la muerte del Papa Francisco y otro celebrando la salida del cepo. En marzo, lo mismo: apenas dos mensajes en defensa del oficialismo. “Está más mileísta que los funcionarios del Gobierno”, protesta un dirigente del PRO.

En el interior del país hay otros candidatos que gozan de la misma desconfianza, pero lo que más preocupa a la mesa chica del macrismo es lo que suceda en Buenos Aires, luego del desplante del Gobierno en Capital. Perder la Ciudad y la Provincia significaría un escenario de difícil recuperación.
Lo que suceda en el resto de las jurisdicciones es, a esta altura, un tema menor: en cada provincia la elección tenderá a regionalizarse y las coaliciones locales van a confundir los resultados.

Pero en la Ciudad y en Provincia no hay excusas: si el PRO no consigue una coalición con Milei, puede quedar con heridas de gravedad de cara al futuro. Por eso Macri da señales de que no tendrá piedad con “los comprados”. Es una súplica al Gobierno para que deponga la actitud, pero sobre todo un aviso a los propios de que los está observando.

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