Hoy estamos perturbados. Desde hace más de 500 días que vivimos en este estado. Hoy no hay humoradas que vienen de la mente, de las que últimamente escribo. Hoy el cerebro está bloqueado, no quiere, no puede. No tiene ganas de reírse. Escuchar que la Cruz Roja y el jefe de la comisión de Derechos Humanos de la ONU se acordaron de hablar, de mostrarse más empáticos pero sus declaraciones a destiempo son un susurro, sus declaraciones llegaron tarde ya no se escuchan porque pasaron más de 500 días.
Si creíamos que iban a denunciar las bestialidades, tristemente decepcionan. Si pretenden mostrar que les preocupa y están conmovidos, mienten. El silencio también habla. El mutismo desde el 7 de octubre del 2023 esconde un sentimiento antisemita, desinterés y hasta desprecio hacia nosotros, la comunidad judía mundial. Lo hicieron ahora porque ante semejante crueldad intentan salvarse de esa mirada. Qué lástima decirles que esperábamos que fueran la voz de los rehenes, los asesinados, de quienes fueron ultrajados salvajemente, de quienes hasta esa fecha tenían una vida como la de todos, como la de ellos.
A quienes hablan de la paz, les digo que se comieron un cuento. No se acuerda ni se logra con los que esconden sus caras con pasamontañas, no se dejan ver, ¿A quiénes le das un apretón de manos si no sabés ni cómo se llaman? De este modo no la imagino posible. La paz es muy importante para no mirarse a los ojos, es reconocer que la violencia no es el camino. Sin sellar la paz no habrá la oportunidad de una vida digna y, sobre todo, de futuro para los palestinos que dicen proteger. Lástima cuánto dolor se hubiera evitado para los pueblos. Hamás mató a su propio pueblo escondiéndose entre ellos de tan cobardes que son y a quiénes proteger y representar. Los obligó a permanecer en Gaza llevándolos a la miseria, los convencieron de una guerra prometiéndoles salvación y que el enemigo era Israel. Los hicieron caminar hasta el mismísimo infierno, su infierno. Son los verdaderos autores de su desgracia. Los gazatíes les creyeron porque no dejan que se eduquen para que tengan prosperidad. Los tienen sometidos en esa mentira., ellos también están secuestrados.
La mayoría del mundo árabe los miran con desconfianza, los ignoran. También hablan por su silencio. En vez de construir escuelas y hospitales decentes se dedicaron a los túneles y las armas. Los empobrecen y endurecen sus vidas para someterlos. Ahogaron a su propio pueblo, les quitaron las oportunidades, los dejaron desvalidos de virtudes. Pensar que la existencia de las personas en la tierra es tan efímera a lo largo de la historia de la humanidad y la malogran con atrocidades estas bestias. Las imágenes lo dicen todo, los muestran celebrando su propio desprecio por la vida, la de ellos también. Hamás los condenó a muerte, camino a su autodestrucción e implosión porque algún día esto terminará y verán que no les quedó nada ni el apoyo de la comunidad musulmán. Israel tiene el corazón y el apoyo de todos nosotros porque si somos una gran familia. Una joven israelí, de las que se van a pasear por el mundo después del ejército y que conocí ocasionalmente en un aeropuerto e intercambié unas pocas palabras en su buen español me dijo ¨los judíos somos todos familia¨. Nos despedimos con un abrazo.
Espero que el mundo occidental no vuelve a caer en el mismo error y engaño aceptando su victimización. El mundo entero ilustrado habrá perdido por sobre los incultos de los terroristas. Si hubieran invertido todo su tiempo de odio en amor y la convivencia pacífica conocerían la prosperidad. Acerca de ello, no saben de qué se trata.
Si somos una comunidad. Como desde siempre seguimos siendo así, como una gran familia con brazos extremadamente largos que rodean a todos, dispersos por el mundo. Crecimos con ello y se lo transmitimos a nuestros hijos y se continua con cada nacimiento. Somos una comunidad porque estamos siempre, especialmente cuando más se necesita nuestra presencia. Y somos una comunidad, como lo dijo un humorista, porque nos quedamos hasta los créditos de una película para contabilizar cuantos judíos trabajaron. Yo lo hago. Buscamos si alguno coincide con el nuestro y jugamos a decir quiénes. Somos una comunidad porque donde está uno estamos todos, después en cada uno tomará su propio tinte, en una comunidad existe la diversidad
Todavía no puedo imaginar cómo las familias de los asesinados, violados ni los propios rehenes sometidos a tanta atrocidad encontraran la paz en sus corazones. No se me ocurre qué decirles no tengo sugerencias ni consejos. Hoy más que nunca tenemos que estar orgullosos de quiénes somos, de nuestro origen que viene de tantas generaciones.
Espero que se entienda que son más de 500 días de duelo mundial. Que ya se cuentan miles de muertos en el mundo occidental por el terrorismo. Releo lo escrito y no encuentro ninguna palabra, ni imágenes ni gestos que me lleva a pensar que conservan algo de humanidad. Son personas solo porque la biología lo dice. Tenemos hoy, como en otras ocasiones, el corazón herido, partido, pero con la resiliencia y la recuperación que nos caracteriza sin olvidar lo qué pasó y las atrocidades. El festival era para la paz en el mundo. Nosotros siempre nos mantendremos juntos caminando por el mismo sendero. El lunes 24 de febrero se necesita estar no solo los judíos basta con ser un buen humano para estar en la convocatoria.
*Silvina Judith Spivak es Lic. En Psicopedagogía, integrante de la comunidad judía de la Ciudad de Buenos Aires.
MDZ