El Presidente y su ministro se desgañitan explicando que el congelamiento de la base monetaria impide que una devaluación impacte sobre el IPC y, como si eso fuera poco, que no puede haber atraso cambiario dado que la divisa estadounidense «flota libremente». Eso no es así, toda vez que ellos mismos se han encargado de pisar la demanda de dólares al renunciar al objetivo comprometido con el FMI de acumular reservas y al mantener restricciones del cepo para que las empresas, además de intervenir en el mercado de futuros. Después de octubre viene noviembre y, con este, una incógnita grande.
Inflación: todo por los votos
Mientras, con el 26-O a la vista, el Gobierno pondrá toda la carne en el asador, meterá mano en todo lo que haga falta y violará sin pedir perdón sus dogmas para llegar a los comicios con un IPC del uno y pico por ciento.
«El efecto estacional de marzo y la inestabilidad cambiaria que se vivió a principios de abril pusieron un freno a la desaceleración de la inflación, pero, despejadas –por el momento– las tensiones en el mercado de cambios, acuerdo con el FMI mediante y con la suspensión de incrementos en regulados como transporte público, gas, electricidad y hasta la baja de combustible, el proceso de desinflación volverá a tomar curso«, pronosticó la consultora LCG.
Se verá –más adelante– si el peculiar manejo de la política cambiaria y de acumulación de reservas permite prolongar esa tendencia hasta los comicios y, en especial, después de ellos.
Javier Milei y Toto Caputo, dos tipos audaces
Con el impacto del «dólar FMI» limitado a las expectativas de marzo y reprimido por la reformulación –deuda mediante– de la política de atraso cambiario, Caputo –Milei– salió a intervenir en cuanto mercado pudo. He aquí un cuarto asterisco, encima múltiple.
En el del dólar, del modo que se detalló más arriba.
En lo que hace a la oferta de bienes, «persuadió» a supermercados, comercios mayoristas, automotrices y formadores de precios varios de no remarcar. ¿Hizo mal? No, y en esto no importa que de ese modo viole lo que dice de boquilla. La suba del billete verde efectivamente convalidada no justificaba más subas que las dispuestas ex ante en marzo.
Toca ahora hablar de salarios, el quinto asterisco. El más grande de todos.
¿La inflación o los ingresos?
Cuando se habla del impacto político de la inflación, en realidad se alude a dos cosas: al desorden que el fenómeno genera en la vida cotidiana de las personas, sobre todo las que viven con lo justo y perciben ingresos fijos, y a la carrera entre precios e ingresos. Es decir que, aunque el debate se resuma popularmente a «la inflación», en el fondo remite a los salarios.
Más allá de la digresión anterior, «la inflación» vuelve a encabezar las preocupaciones de los argentinos, según la última encuesta de Management & Fit.
Fuente: Management & Fit.
El sondeo indica que el 53,5% de las personas consultadas considera que el Gobierno es capaz de solucionar ese problema, mientras el 42,8% opina en contrario. Importante dato preelectoral.
Asignaturas pendientes y sin fecha de Javier Milei y Toto Caputo
Si de precios e ingresos se trata, cabe empezar por las jubilaciones, tema que el Gobierno sólo aborda con palos y gases cada miércoles a las puertas de un Congreso que, por iniciativa opositora, vuelve a intentar algún paliativo.
La actualización mediante inflación asegura el congelamiento de los haberes, mientras que el mantenimiento sin cambios del bono de 70.000 pesos para quienes perciben el mínimo garantiza su licuación.
«Entre enero y junio, el aumento nominal de los haberes será de 17,35%, un índice que está en línea con la inflación estimada para el semestre –sin que se haya recuperado, claro, el poder de compra perdido durante años–. Ese nivel de suba impacta en los ingresos de alrededor de la mitad de los jubilados y pensionados con prestaciones contributivas –unos tres millones, según datos de la Subsecretaría de Seguridad Social–, que son quienes no reciben bonos y quienes más poder de compra perdieron en años anteriores, sobre todo entre 2020 y 2023″, dijo La Nación. A la licuación inicial generada por la hiperdevaluación de diciembre de 2023 se suma el derretimiento del bono, lo que genera un desfasaje severo con la canasta básica de consumo.
Si de intervenciones no tan libertarias se trata, es imposible ignorar la reciente decisión de la Secretaría de Trabajo, dependiente del ministerio que conduce Sandra Pettovello, de no convalidar la paritaria negociada entre patrones y sindicatos para los trabajadores del sector comercial. La causa alegada fue «una dificultad de orden público e interés general» motivada, al parecer, por mejoras del 5,4% en el trimestre abril-junio, por debajo de la inflación pero aun así juzgadas excesivas por el mileísmo.
Para el Gobierno, los salarios no deben subir más del 1% mensual nominal. En otra palabras, deben reducirse todavía más en términos reales.
Ese hecho es importante tanto por involucrar a 1,2 millones de argentinos como por tratarse de una negociación que orienta las que siguen en el calendario.
En cambio, Trabajo homologó la paritaria de la UTA, que establece un aumento del 7,7% a partir de junio, además de otros beneficios. Es difícil mantener el techo de cristal de los salarios en sectores clave como el transporte, que viene de un paro importante.
En términos generales, los salarios en blanco del sector privado vienen perdiendo con los precios. Así lo señalan trabajos del economista Federico Pastrana, de C-P Consultora, y de Ecolatina, entre otros.
De los sueldos en el Estado y de los ingresos de quienes trabajan en la informalidad, ni hablar porque pierden como en la guerra, lo que explica la debilidad sin cura aparente del consumo popular.
Con tantos asteriscos, la realidad de que la inflación se desaceleró en abril respecto de marzo, sumada a su estancamiento en un nivel de dos y pico por ciento desde hace siete meses, lleva a preguntarse por la sustentabilidad del proceso.
¿Podría el Gobierno llegar a octubre con su soñado uno y algo? Al parecer, con fórceps podría, pero ¿qué pasará después, cuanto todo lo reprimido –el dólar, las tarifas, la puja distributiva– se desate?
A no ser que se pretenda que la paz armada del mileísmo rija por toda la eternidad.
LetraP