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La semiología libertaria que vuelve a Javier Milei el centro de todo

Milei construye una mitología de su gobierno y de su rol en la política internacional a través de los artefactos semióticos de esta época: los memes y las imágenes generadas por inteligencia artificial. El mito, como decía Roland Barthes, no es una falsedad (como suele decirse coloquialmente) sino un sistema semiológico secundario que reutiliza signos preexistentes del lenguaje o, en este caso, de la cultura visual y los transforma en un discurso despolitizado y vaciado de historia.

Cómo construir un mito en la era de Javier Milei

En 1957, cuando se publicó Mitologías, el libro de ensayos de Barthes, estos mitos estaban hechos con los insumos de la cultura mediática de ese entonces: la publicidad, el teatro, la prensa gráfica y los espectáculos deportivos, entre otros. Hoy, Internet no sólo se ha sumado a ese repertorio, sino que lo ha colonizado. Las redes sociales y sus usuarios se han vuelto –al decir de la analista de la cultura troll Whitney Phillips– agentes de “digestión cultural”, que caranchean en la abundancia de textos mediáticos disponibles online y se reapropian de ellos.

De ahí vienen, esencialmente, los memes de Internet, que se popularizaron en sitios como 4chan a comienzos de este siglo y que sirven como imágenes que no sólo comentan la realidad en clave irónica y jocosa, sino que se usan para provocar a quienes se considera adversarios culturales, sociales o políticos. Las imágenes generadas por inteligencia artificial que ahora están de moda se usan con la misma finalidad.

Puede decirse, entonces, que la mitología libertaria que construyen Milei y sus seguidores se monta sobre un lenguaje muy particular de época que es el de los memes y las imágenes conversacionales y que tiene estas características mencionadas. Cada cosa que el Presidente tuitea o exhibe en las redes debe leerse en esa doble orientación: la de representarse a sí mismo de manera virtuosa y, a su vez, la de provocar el enojo de sus adversarios. Con esto último logra dos cosas: 1) que siempre se esté hablando de él, necesario para asegurarse un buen posicionamiento y alcance en el sistema algorítmico de difusión de contenidos, y 2) que sus detractores “salten”, den la cara, se vuelvan visibles, ya que así es posible señalarlos como el enemigo.

Javier Milei versus ratas y mandriles

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El sistema de signos libertario tiene lugares muy precisos donde encasillar a sus detractores, tanto en motes peyorativos para los cuales el Presidente se muestra gustosamente prolífico (“juntos por el cargo”, “zurdos de mierda”, “econochantas”, “pifiadores seriales” y tantos otros) como en motivos visuales que son continuadores semánticos de la metáfora del león: las ratas y los mandriles.

La historia de las ratas es un poco más larga que la de los mandriles. Se remonta, por lo menos, a la elección legislativa de 2021, cuando seguidores de Milei produjeron memes virales para convencer a votantes de Mauricio Macri de que el expresidente apoyaba al economista como candidato a legislador y no a María Eugenia Vidal, que era la candidata oficial del PRO, ni a Horacio Rodríguez Larreta.

Así lo recuerda Juan Ruocco, en un artículo de 2022 en el que, con mucho acierto, anunciaba para el actual presidente una representatividad y fuerza nacionales muy superiores a la que le concedían los analistas del momento. Uno de estos memes tenía la frase “las ratas eran muchas, entonces el Gato llamó al León”, que sugería a Milei como una versión más aguerrida y salvaje de Macri, apelando al sentimiento antikirchnerista (“las ratas”, como se ve en la imagen que sigue, son Cristina Fernández de Kirchner, Alberto Fernández y Axel Kicillof).

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Cristina Fernández de Kirchner, Alberto Fernández y Axel Kicillof, ratas en el zoológico de Javie Milei.

En la campaña de 2023, cuando se pusieron de moda los generadores de imágenes IA, seguidores de Milei llevaron aquella ocurrencia al plano visual, con publicaciones que el candidato compartía, donde un agresivo león ahuyentaba a los rugidos a unas ratas.

Leones, gatos y patos contra las ratas del peronismo

Luego de las elecciones generales, donde La Libertad Avanza prácticamente no creció en votos con respecto a las PASO, la necesidad de interpelar a votantes de Patricia Bullrich inspiró un cambio en esta estrategia visual que –como cuenta la socióloga Sol Montero en su libro Avatares en el poder (UNSAM Edita, 2025)– viró de una estética más realista y épica a una más tierna y amigable.

La publicación del león abrazando al patito con el que Milei celebró un acuerdo con la candidata del PRO se volvió histórica, pero esta no fue la única ni tampoco la primera: los días posteriores a aquel domingo electoral y antes de que se concretara el acuerdo, varias cuentas en Twitter afines tanto al macrismo como a La Libertad Avanza empezaron a subir imágenes de este estilo, con tiernos leones y patitos hermanados en los colores patrios. La publicación de Milei fue la coronación de un meme político viral que mostró la voluntad de los votantes de ambas fuerzas de colaborar contra una continuidad del peronismo en el poder.

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Las ratas son la dirigencia política (“la casta”), no solamente el peronismo, sino, también, legisladores de otras fuerzas cuando no colaboran con el Gobierno. Así se vio en aquel episodio de 2024 conocido como el de “la manito de (Martín) Lousteau”, en el que el senador radical, con ese gesto diminuto, habría votado a favor del aumento de las dietas para senadores, un “privilegio de la casta”. Estos ejemplos muestran que el presidente no produce estas publicaciones en solitario, sino que mayormente las comparte en un diálogo aceitado con sus seguidores en redes sociales, una maquinaria narrativa política que no ostenta ninguna otra figura de la dirigencia política.

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La historia de los mandriles es más reciente. Aunque a veces se emplee con referencia a las mismas figuras que las ratas, su simbología es distinta. Las ratas son inmorales; los mandriles son idiotas: periodistas, economistas y referentes políticos que hacen predicciones o diagnósticos negativos, supuestamente desmentidos por los logros del Gobierno. Quedan así “derrotados”, con el “culo roto”, como se dice en el fútbol. Por eso es que, a diferencia de las ratas (que son, a todas luces, enemigas), los mandriles pueden aparecer sonrientes (con Adermicina) o en correa, “sacados a pasear” (expresión común en redes para designar una derrota argumentativa) por el león.

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La semiología libertaria que vuelve a Javier Milei el centro de todo

En una nota reciente publicada en este medio, Maira Haunau señala un uso temprano de esta acepción del “mandril” en una canción de Bersuit Vergarabat de 1999. Sea deliberado o no en Milei, su uso en el pasado de otros emblemas del rock nacional de los noventa y principios de los dos mil (como la canción Se viene, de la misma banda, o Panic Show, de La Renga) da cuenta de este mismo trabajo de carancheo y reutilización de los símbolos culturales para la construcción de un relato político, que lo asemeja a sus votantes y seguidores.

Ratas, mandriles, patos y otros animales que pueden ir apareciendo son los personajes que gravitan alrededor de ese gran rey de la selva en el que se proyecta y percibe el Presidente. La semiología libertaria construye, así, el mito de su centralidad, un relato flexible y ajustable incluso a acontecimientos internacionales como la designación de un nuevo papa. El mileismo construye un relato donde el presidente libertario no solo es el centro del mundo, sino, también, el centro de la historia, y donde otras figuras adquieren su identidad sólo en una relación de semejanza o diferencia con él. Todos son “mileizados”. El papa León XIV será, por ahora, semejante por la homonimia, así como por un sentido de oportunismo de lo actual, el mismo que nos lleva a discutir si El Eternauta es libertario o peronista.

“TMAP”, diría Santiago Caputo. Aunque se puede reconocer cierta audacia estratégica en los desbordes presidenciales, nada de esto garantiza la prevalencia de este relato en el sentir ciudadano. El año electoral dará, por supuesto, sus señales, que tampoco serán definitorias. Mientras tanto, la máquina retórica y visual también avanza, convirtiendo a las complejidades de la política y la historia en un zoológico de memes.

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