El presidente de Estados Unidos duplicó los aranceles a las importaciones de acero y aluminio, llevándolos al 50%.
En una nueva ofensiva comercial con fuerte impacto global, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, duplicó los aranceles a las importaciones de acero y aluminio, que desde este miércoles pasan del 25% al 50%. La medida, oficializada mediante un decreto presidencial, refuerza su estrategia de protección a la industria siderúrgica estadounidense.
La suba fue anunciada por el propio Trump el pasado viernes en un acto en Pittsburgh, Pensilvania, frente a trabajadores del sector. “Con un 25% pueden sortear esa barrera; con un 50% ya no pueden sortearla”, afirmó. Y agregó: “Nadie va a poder robarles su industria”.
El endurecimiento de las barreras comerciales forma parte de su promesa electoral de reindustrializar Estados Unidos, blindar el empleo en sectores tradicionales y reducir la dependencia de insumos importados. En redes sociales, celebró la medida como “otra gran noticia para nuestros maravillosos trabajadores”.
Acuerdo con el Reino Unido y tensión con Europa
A pesar del endurecimiento general, el Reino Unido quedó exento del aumento gracias a un acuerdo bilateral vigente, aunque aún restan negociaciones en temas sensibles como derechos, cuotas y límites de producción.
En contraste, la Unión Europea expresó su malestar y advirtió que, si no se alcanza un acuerdo, responderá con contramedidas antes del 14 de julio. “La Comisión está preparada para actuar en defensa de los intereses de la Unión”, declaró su vocero, Olof Gill, y acusó a Washington de socavar los esfuerzos de diálogo.
La medida coincide con el avance de la campaña presidencial de Trump, quien busca consolidar su base industrial en estados clave del llamado “cinturón del óxido”. También llega pocos días después del anuncio de una inversión de Nippon Steel en U.S. Steel, que —según Trump— “seguirá bajo control estadounidense”.
El vicepresidente JD Vance respaldó la decisión, defendiendo el “cambio de paradigma” frente al modelo económico global, mientras el entorno de Trump insiste en recuperar una “cultura guerrera” en términos industriales y geopolíticos.
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