La Secretaría de Finanzas de Argentina publicó esta semana su “Boletín Mensual de Deuda” correspondiente a junio de 2025, un documento que ofrece un panorama detallado sobre la evolución de la deuda pública del país. Según el informe, la deuda bruta alcanzó los u$s465.355 millones, de los cuales u$s462.820 millones se encuentran en situación de pago normal, lo que representa un incremento de u$s4.300 millones en el último mes. Este aumento, aunque moderado en términos mensuales, refleja una tendencia más amplia que merece un análisis profundo: el creciente peso de los organismos multilaterales de crédito en el financiamiento del país y la imperiosa necesidad de que Argentina regrese al mercado voluntario de crédito para garantizar la sostenibilidad de su estrategia de endeudamiento.
La Composición de la Deuda: Un Cambio de Paradigma
El informe detalla que el 55% de la deuda pública argentina está expresada en moneda extranjera, mientras que el 45% restante se encuentra en pesos. Este equilibrio refleja las limitaciones que enfrenta el país tras años de exclusión de los mercados voluntarios de crédito, una situación que ha empujado al Gobierno a depender cada vez más de fuentes alternativas de financiación. Entre estas, los organismos multilaterales de crédito, como el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF), han emergido como los principales acreedores en moneda extranjera.
En el primer semestre de 2025, la deuda con estos organismos experimentó un incremento récord de u$s16.578 millones, elevando el saldo total a u$s92.064 millones. Este crecimiento contrasta marcadamente con el aumento de apenas u$s1.271 millones registrado durante todo el 2024, cuando la deuda con estos organismos pasó de u$s74.215 millones a u$s75.486 millones. Bajo la administración de Javier Milei, Argentina ha obtenido financiamiento neto de estos organismos por u$s18.381 millones, un nivel sin precedentes que subraya la dependencia actual del país hacia estas instituciones.
El FMI, en particular, se destaca como el principal acreedor, con un incremento de u$s14.759 millones en 2025, llevando el total adeudado a u$s55.317 millones. Lejos en segundo lugar se encuentra el BIRF, con un aumento de u$s1.384 millones para un total de u$s12.121 millones, mientras que el BID, con una deuda total de u$s18.091 millones, incrementó su exposición en apenas u$s519 millones en lo que va del año. Este desequilibrio en el ritmo de endeudamiento entre los organismos refleja no solo la capacidad de cada institución para proveer fondos, sino también las prioridades estratégicas del gobierno argentino en su búsqueda de financiamiento externo.
El Costo de la Exclusión de los Mercados Voluntarios
La exclusión de Argentina del mercado voluntario de crédito ha generado un cambio estructural en la composición de su deuda. Por un lado, la deuda en moneda extranjera con acreedores distintos a los organismos multilaterales ha disminuido en u$s16.937 millones en 2025, en gran parte debido a la cancelación de obligaciones con el Banco Central de la República Argentina (BCRA), que fueron saldadas utilizando parte del financiamiento del FMI. Este movimiento, aunque reduce la deuda intraestado, transforma pasivos internos en deuda externa, un proceso que no está exento de riesgos.
Por otro lado, la deuda en bonos en moneda extranjera también ha experimentado una caída significativa, con una reducción de u$s14.614 millones durante la actual administración, sin contar el pago realizado a principios de julio. Esta disminución refleja la incapacidad del país para emitir nueva deuda en los mercados internacionales, una situación que contrasta con el creciente peso de los préstamos multilaterales.
Los Límites del Financiamiento Multilateral
Si bien los organismos multilaterales han sido una fuente crucial de financiamiento neto en el primer semestre de 2025, su capacidad para sostener este nivel de apoyo tiene un límite. Los nuevos programas de crédito anunciados recientemente ofrecen cierto alivio, pero el impacto neto será moderado, ya que los desembolsos futuros estarán parcialmente compensados por el inicio de los pagos de los préstamos existentes. Este escenario plantea un desafío crítico para Argentina: la necesidad de diversificar sus fuentes de financiamiento y, en particular, de recuperar el acceso al mercado voluntario de crédito.
El riesgo país, un indicador clave para los inversores internacionales, ilustra las dificultades que enfrenta el país. Aunque durante la gestión de Milei el riesgo país ha disminuido en más de 1.130 puntos básicos, alcanzando niveles más manejables, en 2025 ha experimentado un aumento de 200 puntos básicos, mientras que el promedio de la región ha caído en 35 puntos. Esta divergencia pone de manifiesto que, a pesar de los avances, Argentina aún no ha logrado generar la confianza necesaria para atraer a los inversores internacionales en la magnitud requerida.
El gobierno ha puesto el equilibrio fiscal como su principal carta de presentación ante los mercados, destacando la disciplina en las cuentas públicas como un pilar de su estrategia económica. Sin embargo, este logro, aunque necesario, no parece ser suficiente. La falta de compras significativas de dólares por parte del BCRA para reforzar las reservas internacionales de manera genuina ha limitado la mejora en la percepción de los bonos argentinos, imponiendo un techo a las perspectivas de recuperación del acceso al crédito internacional. La acumulación de reservas, un indicador clave de solvencia externa, sigue siendo un obstáculo para convencer a los mercados de la capacidad del país para honrar sus compromisos futuros.
El Camino Hacia el Mercado Voluntario
El futuro de la deuda pública argentina presenta desafíos significativos. La dependencia de los organismos multilaterales, aunque efectiva en el corto plazo, no es sostenible indefinidamente. La magnitud del financiamiento neto observado en el primer semestre de 2025 no se repetirá en el futuro, lo que hace imperativo que Argentina desarrolle una estrategia para volver al mercado voluntario de crédito. Hasta ahora, las operaciones puntuales realizadas en los mercados han sido insuficientes para cubrir las necesidades de financiamiento del país, y las condiciones macroeconómicas, aunque mejoradas, aún no son lo suficientemente robustas como para inspirar confianza plena.
Para lograr un retorno exitoso, el gobierno deberá abordar varias prioridades. En primer lugar, consolidar el equilibrio fiscal como una señal creíble de compromiso con la sostenibilidad económica. En segundo lugar, implementar políticas que fortalezcan las reservas internacionales, lo que requerirá un enfoque más agresivo en la acumulación de divisas. Finalmente, será crucial mejorar la percepción de riesgo país, lo que podría implicar reformas estructurales adicionales y una comunicación efectiva con los inversores globales.
Conclusión
El reciente boletín de deuda de la Secretaría de Finanzas pone en evidencia tanto los logros como los desafíos de la estrategia de financiamiento de Argentina. El aumento récord de los préstamos de organismos multilaterales ha permitido al país cubrir sus necesidades inmediatas, pero esta fuente de financiamiento no puede ser la base de una estrategia de largo plazo. La exclusión del mercado voluntario de crédito ha transformado la estructura de la deuda pública, pero también ha limitado las opciones del gobierno para enfrentar los vencimientos futuros.
Con un riesgo país que aún no logra converger con los niveles regionales y una acumulación de reservas que avanza lentamente, el camino hacia la reinserción en los mercados internacionales será arduo. Sin embargo, es un objetivo ineludible. La sostenibilidad de la deuda pública argentina dependerá de la capacidad del gobierno para combinar disciplina fiscal, acumulación de reservas y una estrategia efectiva de comunicación con los mercados. Solo así podrá el país reducir su dependencia de los organismos multilaterales y construir una base más sólida para su futuro financiero.
Ambito Financiero