Pues bien, claramente es un organismo con mucho poder, basado principalmente en los numerosos tratados de libre comercio que tiene Chile para exportar distintos productos, entre los cuales se encuentran dos frutas que marcan la diferencia. Las cerezas y la uva de mesa son importantes para la economía trasandina, siendo esta última la que ahora le dará más poder al SAG, algo que podría hacer que los controles que realizan sean aún más inflexibles y duros.
Lo que permite este acuerdo es reemplazar la fumigación con bromuro de metilo por una serie de medidas de mitigación, en origen, mejorando la calidad y condición de la fruta en el mercado de destino. Esto quiere decir, que no obligarán a Chile a aplicar un químico, lo que va la mano de una imagen más natural del producto y -estiman- una mejor comercialización.
Controles sin margen de error
Sin embargo, para que Chile pueda mantener este acuerdo y Estados Unidos permita ingresar la uva sin fumigar, es necesario que mantengan la calidad sanitaria sin margen para fallas . En ese contexto, el organismo encargado de garantizar la sanidad de los cultivos será el SAG, quien en conjunto con el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA), supervisará el proceso que incluye «medidas estrictas desde la producción hasta la logística, garantizando el cumplimiento de las normas fitosanitarias requeridas por el mercado estadounidense».
Chile exporta más de US$1.000 millones de uva en fresco, siendo la segunda exportación de fruta más importante después de la cereza (que por estos días está con bajo precio porque los chilenos enviaron demasiada producción a China).
Entonces, aunque no lo manifiesten en un acto administrativo o se haga una conferencia para anunciarlo, queda claro que el SAG suma poder a la hora de los controles sanitarios, entre los cuales están los fronterizos. Bien sabemos que para las autoridades chilenas -según reiteran siempre en el complejo Los Libertadores- los controles son claves para mantener las condiciones fitosanitarias y no se afecte la producción, muchos menos ahora que tienen en marcha estos nuevos acuerdos comerciales que negociaron durante más de dos décadas.
En este contexto, las ideas que se repiten respecto a controles aleatorios se pueden ir descartando, porque Chile, y específicamente el SAG, no va a dejar de controlar a todos y cada uno de los que ingresen vía terrestre. Otro tema es la aplicación de tecnología, cuestión que por ahora en el seno de las autoridades fronterizas trasandinas no está en discusión.
Tal como dijo esta semana el titular de las empresas de turismo de Chile, no hay una política de Estado enfocada en el turismo en el vecino país, como si la hay respecto a la producción frutícola, la exportación y los controles, con el SAG como pilar fundamental en estos procesos. Entonces, por ahora al otro lado de la cordillera las autoridades del nivel central, que son las que deciden todo, están enfocadas muy hacia adentro y en el mejor de los casos puede que miren algo hacia el aeropuerto, pero siempre de espaldas a lo que sucede en la cordillera.
Respecto al SAG, sólo recordar que son estrictos en todos lados, tanto en las fronteras como el campo interno, sin flexibilidad alguna y centrados en el objetivo que tienen como institución, que es mantener las condiciones sanitarias que permitan el funcionamiento correcto de la producción agrícola y ganadera del otro lado de la cordillera.
Es importante que a la hora de viajar, el mendocino tenga toda esta información para que entienda las prioridades de cada Estado y la razón por la cual ciertos organismos, como el que mencionamos, se vuelve tan poderoso y prácticamente son los que definen el trabajo en las fronteras y cómo finalmente se circula entre ambos países en sentido al Pacífico.